lunes, 28 de noviembre de 2011


En algunas ocasiones me ha tocado defender mi carrera (EDUCADORA DE PÁRVULOS)  ante algunas personas que encasillan mi vocación como algo fácil, una carrera de poco tiempo, rápida de terminar, que atiende a niños cuando se ensucian, se caen,  que sólo aprenden  los colores, formas geométricas, y hacer bolitas y palitos y nada más.

Otras de las opiniones que he escuchado, bueno, mejor dicho preguntas es ¿por qué escogiste esa carrera?... Y en la actualidad puedo responder con gran certeza la respuesta son los niños.

Recuerdo mi primer año de experiencia laboral, mi pequeño “Huguito” siempre me declaraba su amor sentado en el inodoro mirándome fijamente a los ojos y terminando con un abrazo, ¡como olvidarlo¡.

También está “mi segundo amor”, que me reclamaba al momento que necesitaba atender otros niños y no lo podía atender a él, parecía ser mi “primera relación seria” que reclamaba su puesto en mi corazón.

Y cómo olvidar los incontables reflujos que tuve que aparar en mis manos, para luego escuchar un “perdón” por “tan grave situación”.

Puedo decir, que nadie más (bueno espero) me declarará su amor en el baño, o me esperará con una mirada de enojo por atender a alguien más cuando lo necesita.

Una parvularia debe tener un poco de arquitecta para poder arreglar el salón en las ocasiones que sean necesarias, algo de bailarina para crear los grandes espectáculos  que ningún padre quisiera perderse por ser únicos e irrepetibles, algo de médico cuando debemos curar aquellos raspones que se hicieron por  correr en el parque o aquel chichón que se hizo al creerse con super poderes y pensó que sería increíble atravesar las paredes, algo de juez para poder arreglar aquellas peleas que llegan a las lágrimas porque uno se pelee con otro y  “no quiere ser más su amigo”,  algo de estilista para poder hacer aquellas extraordinarias colas de caballo o trenzas elaboradas y un gran peinado con raya a un lado para los pequeños caballeros. Podría seguir con una gran lista de profesiones a las que he tenido que convertirme para poder ser una “simple”  EDUCADORA DE PÁRVULOS y no arrepentirme y decir una vez más la respuesta son los niños.